miércoles, 24 de diciembre de 2008

Los migrantes y las fiestas de fin de año

Por Giovanni Beluche V.
Sociólogo

Con especial dedicación a nuestros hermanos y hermanas nicaragüenses que viven en Costa Rica

Se acercan las fiestas de fin e inicio de año, cada cual las celebra de acuerdo a sus costumbres y sus posibilidades. También hay quienes que no celebran por la tristeza que provoca el destierro, la ruptura del cordón umbilical que nos une a la tierra que nos vio nacer. Los de mejor suerte en su éxodo llevaron consigo a sus hijos e hijas; otros juntaron sus pobrezas en una bolsa casi vacía, teniendo que dejar atrás lo más querido, con la esperanza de que la providencia les vuelva a unir.

Pasan los años viviendo en una tierra que al inicio era extraña, que con el tiempo se siente propia. Y es que se puede aprender a querer a otro pueblo, pero nunca se deja de amar al de origen. Surgen nuevos amigos, pero la memoria recuerda los momentos vividos con los camaradas que quedaron atrás. Se extraña a la familia, la falta del abrazo al padre, a la madre o a los hermanos. El beso del abuelo, las historias de la abuela, el sobrino que creció, la sobrina que nació. Llegan fotografías, pero las fotos no ríen, no lloran y no abrazan como lo hacen los niños y las niñas.

El emigrante se refugia en los recuerdos. Cierra sus ojos y vuelve a ver el parque donde siendo niño jugó a la pelota, el árbol que intentó escalar, la escuela con sus maestras buenas para el regaño, el borracho del barrio, la vieja que no devolvía las bolas que caían en su patio. Son muchos los recuerdos indelebles.

En las épocas de fiesta el emigrante recuerda la música del barrio, el olor de las comidas, el sabor del jugo de frutas que exprimieron las manos cariñosas de su madre. Añora los paisajes, los mares y montañas, los colores de su bandera. Algunos lamentan en silencio no poder alzar en sus brazos a ese chiquitito que nació de sus entrañas y hubo que dejar atrás.

Por fortuna las fiestas duran poco y vuelve el trabajo, la rutina, las necesidades insatisfechas, la lucha por la sobrevivencia. Vuelve a casa cansado, engañándose con que este año no pudo ir, pero que para las próximas fiestas podrá estar allende las fronteras. Un día despertará en vísperas de otro nuevo año en desarraigo y sentirá que siempre seguirá siendo un extranjero.



22 de diciembre de 2008.

Costa Rica Solidaria
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por C♥STA RICA, la lucha sigue.

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