martes, 16 de diciembre de 2008

El negocio de Sutel

Javier Solís

¿Por qué creen ustedes que salió seleccionada la exdiputada Vanessa Castro en la propuesta de la ARESEP para integrar la SUTEL? ¿Por sus créditos académicos, su solvencia en el foro, sus publicaciones en derecho público, su defensa comprobada de los derechos de los ciudadanos? No. Fue seleccionada por su leal y prolongado servicio a un grupo político-empresarial, hoy sometido a los tribunales de justicia. Esa selección fue el resultado de una negociación, de una maniobra corrupta, aunque lo nieguen la jefe de fracción del PUSC, el Ministro de la Presidencia o el Regulador General. Vanessa Castro quiere ir a la SUTEL no a construir democracia, sino a repartir el negocio de mil quinientos millones de dólares anuales entre sus padrinos. No se explica de otra manera el procedimiento corrupto utilizado por parte de la fracción del difunto PUSC y de otros diputados del PLN y del ML de no integrar el quórum legislativo para legalizar su designación. Son millones de dólares en juego.

Y es tan grande el negocio que no lograron ponerse de acuerdo, no quieren democracia legislativa. El Presidente, el Ministro de la Presidencia, El Regulador, ministros, diputados, funcionarios. Ahora nos manda el recado don Fernando Herrero de que la escogencia se debió a la cuota de género. ¡Habrase visto ingenuidad igual! ¿Pero de verdad creerá que en este país todos somos tontos? ¡Qué descaro de parte de todos!

Y nosotros batiéndonos a base de recursos de amparo ante la Sala Constitucional, siempre dudosos no del rigor legal de los planteamientos, sino del magistrado que suple las ausencias, del interés del Ejecutivo, de la atención de los magistrados a la ética pública, porque las trampas son legales, aunque, según dice el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, no sean éticas.

Estamos indefensos, desorganizados, víctimas de la impunidad no sólo de los delincuentes de la calle alcahueteados por una ministra incompetente, sino, peor aún, de los ladrones que ejercen el poder. Igual que en Wall Street. Han aprendido bien éstos de aquí. A lo mejor hasta los indemnizamos con impuestos ciudadanos de lo que dejaron de ganar con sus fraudes.

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