domingo, 23 de noviembre de 2008

"El Rey"… ¿anda desnudo?

Escrito por Oscar Solano Aguilar, Médico

Tanta vocinglería gritando que el Rey va en cueros… ¿Hasta hoy se ha despojado de sus ropajes?, ¿o será más bien que somos desmemoriados incorregibles unos, mientras otros se cambian de acera según va pintando la necesidad?

¿Es que acaso no ha sido su costumbre así deambular?. Como cuando tras haber combatido ferozmente como diputado la reelección presidencial, ya expresidente, doblemente se desdijo y en cuanto a que por la parlamentaria sí más nunca por la judicial se debería atender el tema, terminó recurriendo a esta última; o cuando ante el traspié sufrido por "la traición de un magistrado" en el primer fallo del Tribunal Constitucional, movidas luego sus fichas se reiteró tal iniciativa para conseguir que entrando por la puerta de la cocina se le concediera su anhelado retorno.

¿Y qué con aquella amenaza de la "dictadura en democracia" que hoy padecemos?. Más… ¿no será acaso parte de su desnudez de siempre esa retórica imperial de alto vuelo mientras manifestó desprecio a quienes "desde las alturas" calificó como babosos arrastrados?

¿Es que acaso no mostró su desnuda ignorancia sobre la realidad nacional cuando cuestionado al respecto manifestó que, en el asunto de las pretensiones privatizadoras de la explotación del recurso hídrico en Monteverde no conocía del tema "porque no leía los diarios nacionales"?

¿No se podía acaso otear en el horizonte ese Adán posmoderno cuando ya electo (porque jamás se hubiese atrevido a mencionarlo anticipadamente), totalitario como parece ser nos amonesta sobre que al elegirlo se eligió su –perverso- pensamiento?. Así, para lograr llegar hasta donde hoy ha llegado en el asunto de la concesión para la explotación minera, de previo allanó el camino con cambios en la integración de la SETENA (que requirió por cierto dos "reingenierías" para lograr tal propósito) habiendo indicado ya electo (en eso fue sincero), que tanta tramitología y exceso de requisitos para proteger al ambiente atentaban contra eso que él llama "desarrollo".

Después, aprovechando la ineficiente –hoy cómplice- acción municipal en los municipios donde no se ha concretado planes reguladores, vino lo de promover vía decreto el esquizofrénico "boom" inmobiliario en las costas, provocando de paso desiguales disputas por la explotación del recurso hídrico entre la maquinaria estatal y desarrolladores privados contra los pueblos.

Detenido por la acción comunal el intento para la explotación en manos privadas de un plan de manejo turístico del Parque Nacional Braulio Carrillo en el sector de Barva de Heredia; a la espera quedó la despiadada iniciativa contra la protección de cuencas hidrográficas, zonas de recarga de mantos acuíferos, tala indiscriminada en zonas protegidas y desaparición de humedales mediante la propuesta de ley del Recurso Hídrico, que había eliminado del proyecto original la elevación a rango constitucional del acceso al agua como derecho humano, mientras abría la posibilidad de explotarla como mercancía.

Exceptuando a los forzados cortesanos que siguen llevando la cola de su inexistente vestido, lo extraño es que hasta ahora con el tema ambiental –"de actualidad"- relacionado con el funesto decreto favoreciendo la minería a cielo abierto en las Crucitas y con el destape del desastre ecológico en la fila costeña en la Península de Osa, sumándose al coro aparecen esas disonancias que denuncian lo que ya más bien es exhibicionismo y que antes, mientras hacían causa común con él defendiendo el también depredador TLC armonizaban con sus loas a tan hermosos ropajes.

Al menos yo recuerdo cuando desde un telenoticiario donde hoy con fundamento le critican, los mismos actores se mostraban gratamente anonadados con las poses angelicales del recién electo. Así las cosas, ante estos cambios tan radicales, quizá la pregunta correcta sea: ¿cuál será el milagro que ha permitido ver a los "invidentes" y por obra del que por fin se escuchan a tantos y tantas decir lo obvio… que el Rey va en pelota? Los que saben… que digan.

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