viernes, 28 de noviembre de 2008

Carmen Jiménez le contesta a Kevin Casas

A pesar de los pesares
El Financiero 24-30 de Noviembre de 2008
Kevin Casas *

Hace un tiempo publiqué un artículo en la revista Yale Global , que por expresar puntos de vista críticos sobre el libre comercio generó aquí reacciones curiosas, incluso en estas páginas. Como algunas de ellas revelan serios equívocos no está de más escribir otra cuartilla.
En mi artículo señalo claramente que el libre comercio es un objetivo deseable para los países en vías de desarrollo. La evidencia sustenta ampliamente los efectos beneficiosos de la apertura comercial y aún mejor los terribles efectos del proteccionismo, como lo demostró la experiencia de la Gran Depresión.
Otra cosa es cómo se conduce la discusión de la liberalización comercial en la práctica. Sobre esto sí siento desilusión –la misma que tienen desde la OMC hasta Oxfam– de ver cómo lo que podría ser un proceso beneficioso para todo el mundo, termina por distorsionarse en los hechos.
Al decir que hay hipocresía en el discurso de los países desarrollados, que la asociación de la apertura comercial con la venta de empresas estatales es desafortunada, que el debate democrático sobre el libre comercio ha sido escaso en todas partes y que el libre comercio tiene efectos negativos sobre la desigualdad, estoy diciendo cosas obvias, que yo, al menos, sé desde hace tiempo.
Pero hay que tener cuidado con saltar a la conclusión de que, por todo ello, era mejor rechazar el Cafta. Quien así argumenta sufre una enorme pereza mental.
Veamos cada argumento del artículo:
a) La duplicidad de los países desarrollados ha impedido el éxito de la Ronda de Doha, donde los países en vías de desarrollo pueden defender sus intereses con mayor probabilidad de éxito. Yo deploro esa duplicidad, pero no estoy dispuesto a renunciar a la posibilidad de continuar el proceso de apertura comercial –esencial para Costa Rica– por medio de acuerdos bilaterales o regionales, por más que sean menos deseables. El costo que impone la hipocresía de algunos países sigue siendo menor que el de dar la espalda a la globalización.
b) Entiendo por qué en el debate público la privatización ha terminado en el mismo saco que la apertura comercial pero igual lo lamento, pues se trata de procesos distintos. Uruguay y Costa Rica han abierto sus economías al comercio, pero no han privatizado. Brasil ha privatizado casi todo, pero sigue siendo una economía relativamente cerrada. Muchos procesos de privatización en América Latina fueron un desastre pero eso me dice poco sobre los méritos de la apertura comercial. En todo caso, el Cafta no ha privatizado al ICE o al INS y es dudoso que ese vaya a ser el resultado final. No pasó con la apertura de las telecomunicaciones en Uruguay o los países nórdicos y de nosotros depende que no pase aquí.
c) La afirmación de que el libre comercio no ha ido acompañado de un debate democrático no se aplica a Costa Rica y al Cafta, como yo lo advierto en el artículo. Para algunos, un debate de casi cinco años y un referéndum no son prueba de apertura democrática, pero sospecho que quienes así opinan no tienen un problema con el procedimiento sino con su resultado.
d) Si el Cafta va a complicar los problemas distributivos en Costa Rica, eso no es razón suficiente para oponerse a él, sino para impulsar la clave para una transformación progresista en Costa Rica: una reforma tributaria digna de ese nombre. Los países nórdicos están entre los más equitativos del mundo y entre las economías más abiertas.
e) El tema de la propiedad intelectual y el desarrollo va más allá de lo negociado por Costa Rica en el Cafta. Las regulaciones globales de protección a la propiedad intelectual son casi tan preocupantes. He ahí un problema que Costa Rica no puede resolver sola. Tratar de resolverlo en el marco del Cafta es inútil. Eso requiere una coalición más amplia de países en los foros multilaterales.
Ninguno de estos argumentos conduce a rechazar el Cafta. Ello por una razón elemental. Nunca he afirmado que el Cafta es una muestra óptima de lo que debe ser un tratado de libre comercio. Se trata de un acuerdo con deficiencias, pero cuyo balance general para el país es defendible,no porque sea la clave de nuestro desarrollo, sino porque la opción de quedarse fuera de él era y sigue siendo mucho peor.
Siempre tuve claro que estábamos escogiendo entre opciones muy imperfectas, como tantas veces sucede en la política. Pero volvería a votar a favor del Cafta por motivos pragmáticos, sin grandes ilusiones y con conciencia de las limitaciones de lo que estoy escogiendo.
Hay Aquí, pues, dos proposiciones no excluyentes: 1) El libre comercio es un objetivo deseable, pero es imprescindible mejorar y democratizar la forma en que se traduce en la práctica. 2) El Cafta es una muestra bastante imperfecta de acuerdo comercial, pero adoptarlo con sus defectos es mejor que la opción de rechazarlo. Ambas proposiciones son debatibles, pero aceptar la primera no obliga a rechazar la segunda.
No espero que estas razones convenzan a quienes, con los ojos desorbitados, las venas saltadas y el resentimiento social a flor de piel, son incapaces de reconocer una onza de verdad a quien piensa diferente. No es a ellos a quien me dirijo. Quisiera, más bien, que me leyeran quienes sí están dispuestos a tener una discusión matizada sobre la apertura comercial y sus efectos.
Aunque tuvimos un debate nacional antes del referéndum todos sabemos que no fue un debate de calidad, sino una discusión deformada por las medias verdades y las descalificaciones mutuas. Yo fui parte -y parte nada menor- de esa falla colectiva. Ahora lo lamento. Por la salud de nuestra discusión pública quisisera ver a muchos otros -en ambos lados de la barrera- hacer aunque solo fuera un atisbo de este reconocimiento.
* Politólogo
Exvicepresidente de la República

San José, 27 de Noviembre de 2008.

Carta Abierta

Señor
Lic. Kevin Casas
Politólogo y Exvicepresidente de la República
Presente

Creo que su artículo en El Financiero es claro, con puntos a su favor y bien escrito. Puedo reconocer kilos de verdad a quien piensa diferente a mí...

¡Lástima que externe estos puntos de vista tan tarde! ¿Para qué lamentarse ahora de que el debate antes del referéndum no fue de calidad, sino que fue una discusión deformada? Por supuesto que fue deformada y de pésima calidad, con la razón de un único lado y lamentablemente usted fue parte "-y nada menor-" de ese bando. Es más, su presidente (no el mío) Oscar Arias, se negó sistemáticamente a debatir, estando obligado a hacerlo por ser el líder máximo, promotor y además parte interesadísima en el negocio del TLC (azúcar, salud, telecomunicaciones, biocombustibles, minería y más recientemente el negocio de las armas).

Dice usted también, que no espera que sus "...razones convenzan a quienes, con ojos desorbitados, las venas saltadas y resentimiento social a flor de piel, son incapaces de reconocer una onza de verdad a quien piensa diferente. No es a ellos a quien me dirijo. Quisiera, más bien, que me leyeran quienes sí están dispuestos a tener una discusión matizada sobre la apertura comercial y sus efectos."

Yo le sugiero que reflexione y a conciencia recuerde (o se ayude con grabaciones) quiénes eran los que tenían los ojos desorbitados y las venas saltadas en cada anuncio televisivo y en cada "debate de mala calidad y discusión deformada". Esos eran los prepotentes negociadores de este adefesio y los acólitos de "su majestad" y, nadie más. Las personas del otro lado de la barrera estábamos impotentes, atados de pies y manos sin los recursos y acceso a la prensa y, con un Tribunal Electoral parcializado a favor de ustedes.

Le aclaro que quienes adversamos el Cafta no tenemos "resentimiento social a flor de piel". Simplemente sentimos animadversión hacia este régimen dictatorial, de engaños, mentiras, despilfarros e imposiciones, que siempre tiene la razón encontrando un chivo expiatorio y, que no merecemos. ¡Democracia de mentirillas!

Yo le deseo que aunque tarde, pueda usted tener públicamente una "discusión matizada sobre la apertura comercial y sus efectos" que sea de altura y no como los "debates de mala calidad y deformados" que se dieron durante el proceso del referéndum.

Estoy segura de que en este momento, con las ideas que expone en su artículo, podrá hacerlo con elegancia y buenos argumentos, pero le recuerdo antes que nada, que sobre todos los Caftas y referéndums, usted tiene una deuda inmensa con la Historia, con Costa Rica y con los costarricenses. Antes de seguir sacando la cara en sus artículos de opinión, debería, con altura, valentía y honor, brindarle a este pueblo una disculpa de frente y sin evasivas, por el Memorándum del Miedo que redactó conjuntamente con el diputado Fernando Sánchez Campos y que tanto daño le hizo a todo este proceso, principalmente al país y, a usted mismo.

La semilla de la cizaña que usted sembró junto a Sánchez germinó y se extendió tanto, que sigue hasta hoy dividiendo a la familia costarricense.

Si Fernando Sánchez, en su afán de seguir aferrado a una curul y vivir protegido por la sombra de su familia, actúa con cobardía, al menos usted (que pareciera pertenecer a una casta más noble), actúe con hidalguía y elegancia. Ya es muy tarde para lamentaciones, más nunca lo es para reconocer y rectificar errores y, mucho menos para saber ofrecer disculpas.

Carmen Jiménez

1 comentario:

Anónimo dijo...

TODA. LA. RAZON