Rodolfo Cerdas
Politólogo
Ni todo el periódico y menos esta columna, alcanzarían para analizar esta Costa Rica tan confundida y como pasmada, frente al vendaval que la azota. Basten unos ejemplos, que muestran cómo el Gobierno anda por un lado y las buenas gentes por otro y que hay un abismo, profundo y peligroso, entre lo que se dice y lo que se hace.
En una construcción hotelera en Sardinal se hacinaron en barracas, violando sus derechos y casi como esclavos, más de mil obreros, hasta que uno murió. Entonces la ministra de Salud, pronto y bien, intervino y detuvo la obra. Pero, asombrosamente, fue notoria la ausencia e inocuidad del Ministerio de Trabajo. ¿Esta indiferencia injustificable es otro ejemplo de lo que significa “democratización de la democracia”, en el confuso acervo ideológico de esta novísima socialdemocracia en el poder?
En Sardinal –¡viva ese pueblo!– la gente sacó a la luz las violaciones cometidas por AyA en pro de los desarrolladores privados. Sin los estudios exigidos por ley, firmó acuerdos y contrajo compromisos indebidamente. Después intentó, y sigue intentando, tapar su gracia como los gatos y hasta montó una campaña retorciendo la realidad y simulando que estudios tardíos y hasta reprensiones posteriores bonifican su desafuero. El mentís tajante lo ha dado nada menos que la Contraloría, pero el Ejecutivo, tan en paz con la naturaleza que parece muerto, sigue mudo y cómplice.
Lo de Taiwán no resultó nada bien. Hay que llegar hasta el fondo, sin admitir leguleyadas que burlen la ley y los controles. Cuando un tinterillo encuentra una rendija –como que los fondos son privados y no públicos–, hay que ponerle un valladar político, máxime si es obvio el propósito de hallar portillos para saltarse la ley y burlar los controles institucionales.
Lo del subdirector de la DIS no admite encubrimientos, como eso de focalizarse en el acusado y abrir una pseudoinvestigación a cargo de los jefes de la entidad. Hay que cerrar de una vez ese centro de espionaje inconstitucional contra la ciudadanía y pasar sus fondos y documentos al OIJ y otros entes: la DIS sirve para lo que no debe; y para lo que sí debe, no sirve.
Con la inundación, la peor en cuarenta años y con más de treinta mil damnificados, el Ejecutivo se retardó hasta el puro final para promulgar el urgente decreto de emergencia. En tanto, el jefe de la Comisión respectiva es criticado por el propio oficialismo porque no supo gastar a tiempo la plata que tenía; y el Presidente Arias –lo mismo que su colega Torrijos, que canceló su gira por España para regresarse a Panamá– se puso sus botas y dijo !presente! Pero no en Sixaola y Talamanca, cuyas gentes lo hicieron presidente, sino en Qatar y Singapur. ¡Pobres caracoles!
domingo, 30 de noviembre de 2008
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