Arnoldo Mora Rodríguez
Al recordar lo acaecido el 7 de de octubre del año pasado en nuestro país, ese texto de una vieja canción vino a mi mente. Pero con la diferencia de que mi "ilusión" no se ha perdido como en la canción. Por el contrario, al año de ese histórico acontecimiento mis ilusiones permanecen intactas y la admiración por mi pueblo se ha acrecentado. Las razones para ello son hoy más validas que nunca.
Durante casi todo el año pasado, el pueblo costarricense fue protagonista de un proceso político que llamó la atención incluso fuera del país, pues constituye una hermosa gesta de patriotismo y de ejercicio de democracia directa. Nunca antes, en efecto, a nadie se le había ocurrido realizar un referendo a propósito de la aprobación o rechazo de un tratado de libre comercio. Esto se dio porque nuestro pueblo comprendió, gracias a su madurez política, que lo ha llevado a forjar el sistema democrático más antiguo y consolidado de la región, que detrás de este "tratado" se ocultaba la evidente voluntad, por parte de una minoría plutocrática, de destruir su mayor logro histórico, cual es la creación del estado social de derecho, como el sistema por el cual rige sus relaciones políticas.
Durante meses se debatió en todos los foros los alcances de ese tratado y allí quedó demostrado que eran más los perjuicios que los beneficios que con su firma se obtendrían. Por eso los sectores dominantes recurrieron a una especie de hábil pero efectiva maniobra, al lograr el Ejecutivo que el débil Tribunal Supremo de Elecciones le permitiera hacer abierta campaña en favor del sí, a pesar de la norma de la Constitución que lo prohíbe. Por su parte, la American Embassy intervino directamente en dicha campaña, violando lo establecido por las norma del derecho internacional. Más aun, la injerencia extranjera se extendió a la cadena CNN. No contentos con eso, los sectores patronales emprendieron una campaña de amedrentamiento que provocó que el abstencionismo alcanzara un 40% del padrón electoral. Esto marcó el resultado final, pues según encuestadoras serias la mayor parte de los que se abstuvieron estaban en contra del TLC. Lo dicho demuestra que la mayoría de los costarricenses adversa ese cuestionado tratado.
Lo acaecido posteriormente y, especialmente, el derrumbe del sistema financiero y la consiguiente crisis de la economía mundial, confirman los temores y críticas mencionados. Las consecuencias políticas de la campaña en contra del TLC han sido igualmente sorprendentes porque, al calor de la misma, ha surgido una forma de democracia mucho más avanzada, porque a raíz del referendo no pocos ciudadanos se han organizado en comités patrióticos en todo el territorio nacional, aglutinando a compatriotas de los más diversos orígenes sociales, edades y sexo. Hoy se agrupan para hacerse presente en forma organizada con el fin de participar en las próximas elecciones.
En conclusión, a partir del 7 de Octubre de 2007 Costa Rica ya no es más la misma. Nuestro pueblo ha entrado con paso firme en el siglo XXI. Una nueva era ha comenzado aunque apenas se vislumbren los primeros rayos de la aurora de este nuevo día.
jueves, 20 de noviembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario