martes, 25 de noviembre de 2008
Campañas de bien público: estudiantes noruegos buscan alternativas éticas a la Coca-cola
Rivera Westerberg
El poderoso Centro de Alumnos de la Universidad de Oslo –capital de Noruega, el país más septentrional donde se produce Coca-cola, Argentina y Chile son los más australes– decidió por abrumadora mayoría este mes de noviembre restringir la venta de la gaseosa en las dependencias universitarias; la comunicación de estilo a la embotelladora señala, entre otras razones, que la determinación se tomó por su conducta lesiva para el ambiente natural y los derechos humanos en India.
El 10 de noviembre de 2008 el estudiantado de la principal universidad noruega aprobó, en un referendo propuesto por el Consejo de Bienestar de la organización estudiantil, buscar el modo de restringir el consumo de Coca-cola en las dependencias universitarias y ofrecer como alternativa, bebidas cuyos fabricantes respeten los derechos de las comunidades donde instalan sus plantas, actúen con ética comercial y protejan el ambiente. El escándalo suscitado en India, que obligó a las autoridades a cerrar dos embotelladoras, fue el disparador de la decisión estudiantil en el país escandinavo.
(La información sobre esa y otras prácticas nauseabundas de la empresa –Coca-cola, la alimentación y agricultura ecológicas, el agua y el desarrollo sostenible– puede leerse en artículo incluido al final de este).
Señalan los estudiantes noruegos que la falta de otras bebidas cuya producción respete parámetros éticos en los campus universitarios los obliga en la práctica al consumo de Coca-cola. "Como estudiantes queremos enviar a los fabricantes de Coca-cola y otros negociantes un mensaje claro: no haremos negocios con empresas que no respetan la ética en sus procesos de fabricación y ventas", dijo Mina Off, coordinador la organización Attac en la universidad y uno de los dirigentes de la campaña.
La Universidad de Oslo es la última institución educativa en movilizarse contra Coca-cola en este país; antes lo hicieron las Universidad de Bergen, el Colegio Universitario Vestfold y la Universidad Noruega de Ciencias de la Vida. El movimiento estudiantil, en rigor, se viene desarrollando también desde luego en la India, en EEUU, Canadá y el Reino Unido. En América Latina no se observa un movimiento semejante, aunque los daños ambientales que ocasiona Coca-cola –como el apoderamiento de recursos hídricos–, matonaje contra sus detractores, etc... son conocidos.
El caso salvadoreño
Las malas prácticas de la empresa que reclama refrescar mejor no se descubrieron este año; a lo largo de la década de 1991/2000,para no ir más lejos, Coca-cola –Embotelladora Salvadoreña– tuvo serios problemas con la población, arrastrados por años, debido al agotamiento del manto acuífero de Soyapango y su posterior emplazamiento en el el municipio de Nejapa, para aprovechar los recursos de agua en la zona de recarga del volcán de San Salvador. No fue Coca-cola la única empresa cuestionada; otra, ¡de capitales noruegos!, asociada con militares genocidas, ocasionó serios daños ambientales.
En términos concretos la planta de Coca-cola vertía sus deshechos sin tratamiento previo en un pequeño riacho y laguna, contaminando el hábitat de plantas y distintas especies de animales acuáticos y terrestres; el problema no ha sido plenamente solucionad
Coca-cola, la alimentación y agricultura ecológicas, el agua y el desarrollo sostenible
Pilar Galindo*
En la Exposición Universal de Zaragoza 2008 (14 de junio al 14 de septiembre) cuyo lema fue Agua y desarrollo sostenible, la multinacional Coca-cola actuó como patrocinadora. Invirtió unas migajas de sus cuantiosos beneficios con el objeto de blanquear sus actividades, ocultando su verdadero currículo.
Todo ello en base al apoyo, tanto del gobierno español como de las organizaciones que participan en la Exposición. Pero, además de participar en la Expo Zaragoza 2008, Coca-cola realiza otras actividades.
En el terreno de los derechos políticos, laborales y sindicales se han documentado 11 asesinatos en Colombia y alrededor de 200 casos de amenazas, secuestros y torturas de trabajadores de sus plantas. En este "trabajo sucio" la multinacional no trabaja directamente sino a través de paramilitares con el objetivo de acabar con la defensa que el sindicato Sinaltrainal hace de los trabajadores.
También se han documentado en varios países la explotación de mano de obra infantil: Pakistan y El Salvador.
Sólo este hecho debería motivar una repulsa social que promoviera el bloqueo y boicot de los productos de Coca-cola.
En el terreno de los derechos humanos (al agua potable, a la salud) las necesidades de agua de la empresa que produce el mayor número de refrescos del mundo absorben una proporción enorme de litros de agua, mientras una quinta parte de la población mundial no tiene acceso al agua potable.
"La fabricación de un litro de estas bebidas destruye y contamina 10 litros de agua" (Vandana Shiva). Para garantizar su suministro en las regiones donde se asienta, requiere de dotaciones enormes de agua.
Cuando no se le garantizan de forma legal, Coca-cola se dedica a robar recursos hídricos a poblaciones pobres privatizando sus manantiales. El caso más sangrante es el de Kerala (India) donde acabó con la actividad agrícola y contaminó las aguas subterráneas con los residuos de cadmio y plomo de su planta, impidiendo el acceso al agua potable a la población.
Una prolongada exposición al cadmio puede provocar disfunciones renales, daño a los huesos, hígado y sangre. El plomo afecta al sistema nervioso central, los riñones, la sangre, el sistema cardiovascular.
En el terreno de la defensa de la naturaleza Coca-cola y sus marcas han sido denunciadas en repetidas ocasiones por daños que sus plantas de producción causan al medio ambiente en diferentes partes del mundo, especialmente en países del Sur –vertidos incontrolados de colorantes en la costa de Panamá–. En Estados Unidos ha sido sancionada al menos en 10 ocasiones por el Organismo de seguridad y salud laboral por condiciones insalubres y graves escapes químicos.
Con sólo estas actuaciones sería más que suficiente para prohibir sus operaciones y llevarla a los tribunales por hechos probados: atentados contra la vida, los derechos políticos, humanos y de la naturaleza. Sin embargo nada de esto pasa, más allá de las campañas y los tribunales públicos que los movimientos sociales organizan para dar a conocer la "agenda oculta" de las multinacionales.
Lo más sangrante –si cabe– es la ocultación de los daños sobre la salud que causa la bebida de la Coca-cola en sí misma.
La Coca-cola es una bebida que además de no contener ningún nutriente, genera adicción y contiene sustancias que dañan nuestra salud. Su contenido de azucar, variable según los productos entre un 10 y un 30% del producto, genera obesidad y diabetes.
En los refrescos sin azucar, ésta se sustituye por Aspartame que se ha demostrado cancerígeno. El azucar, combinado con el ácido fosfórico –otro de sus ingredientes activos– altera el equilibrio del calcio y fósforo del organismo produciendo el deterioro de los huesos, desnutrición, anemia ferropénica y reducción de glóbulos rojos.
Este mismo exceso produce deficiencia de vitamina b y b12. El ácido fosfórico produce más sed y es responsable de la adicción que genera la Coca-cola.
Todas estas razones deberían llevar a la prohibición de una bebida que se promociona sin ningún control.
Las organizaciones y colectivos sociales que promovemos la defensa de una alimentación saludable y suficiente para todos, deberíamos impedir el funcionamiento de estas empresas peligrosas para la salud, la naturaleza y los derechos humanos.
Sin embargo ciertas organizaciones que tienen entre sus objetivos la defensa de una agricultura y una alimentación saludables y ecológicas, los días 21 y 22 de agosto pasadso, en el pabellón de la Tribuna del Agua de la Expo, emplearon el patrocinio de Coca-cola, para sufragar los gastos de las jornadas Agricultura ecológica y lucha contra el calentamiento global.
¿Hasta dónde vamos a llegar?
http://www.surysur.net/?q=node/9088
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