sábado, 7 de febrero de 2009

Sardinal le dio una lección al Gobierno

Lic. Edilberto Escobar Cascante

"Hay muertos difíciles de matar,
sólo mueren cuando la convicción
y los principios se mantienen"
-Richard Bach-

Porque se cerró al diálogo con el pueblo y no entendió, ni ha querido entender, que así debe ser. Ahora no basta con descalificar al contrario, porque cuando se trata de luchas sociales, los pueblos siempre tienen la razón, como lo dijo Lech Walessa, líder de solidaridad, en Polonia, pero aún, más allá de eso, "lo correcto es siempre, atender la voluntad popular, expresada en una protesta". Y así debe ser, no puede ser de otra forma, ni manera.

El gobernante se debe al soberano y el soberano es el pueblo, que elige y que debe ser tomado en cuenta. Cómo sí con los otros tuvo tiempo para limpiarles el camino de la traba burocrática y de los escollos que al pueblo no libran, que por el contrario, cada día son más y más. Con aquellos, reunioncitas y compromisos de lograr lo que quieren para consolidar sus negocios. Con Sardinal nunca fue negocio atender su clamor y resolver sus protestas, las que tuvieron gases, mangueras de agua y golpes innecesarios, pues aquel ha sido solo un soberano, ansioso de justicia, de ser escuchado y de que sus argumentos fuesen atendidos. En el papel mucho se puede decir. Un día que no debía ser el proyecto y otro día que estaban todas las condiciones para que sí fuera.

Colones más, colones menos. Eso fue lo nauseabundo para gentes, que lo que saben es, defender lo poco que tienen y que no puede ser, que allá se aplique la máxima de las medidas del capitalismo rabioso: "Tanto tenés, tanto valés".

Y eso le va a quienes en el mismo pueblo fueron elegidos para que transitoriamente, conduzcan e interpreten los intereses de la comunidad: el Municipio y con ello, al mismo alcalde de la jurisdicción, casado con la iniciativa del Gobierno y por ende con las sandeces administrativas y legales que la administración quiso imponerle a Sardinal. Como dijo el gran escritor costarricense, Pío Luis Acuña: "Con mis compinches, voy a todo lado, pero no me entierro, ni me inmolo con ellos". El asunto, es que en política, uno nunca debe hacer votos perpetuos, porque siempre debe caber la rectificación sobre el camino de los hechos. La más simple lección de la vida es que la realidad impone siempre, reglas distintas para cada hecho, por eso del expediente de Sardinal, los políticos deben aprender la lección. No es así porque así, señor Presidente, que las cosas se deben cocinar. Esto es sin recetas librescas, es solo el tino de la vida. En Sardinal triunfó la vida. Triunfó el ser humano, de carne y hueso, por encima de toda pretensión. Por encima de los millones y por encima de las estrategias gastadas, de movilizar por hambre y necesidad, con lo que no debe jugarse, porque la verdad siempre resplandece. Se levanta fuerte y contundente.

Es finalmente, el triunfo de la legalidad y de los valores que nos han hecho grandes como pueblo, en el mapa de realidades, que sacrifican la razón y el derecho de asegurar la mejor continuidad en el cosmos, para toda expresión de vida dada por el Creador, a cambio de pinches monedas, como las que le entregaron a aquel, que primero besó y después se terminó colgando. Eso nunca lo quiso Sardinal, un pueblo que por lo menos nunca se dejó seducir por la baratija de fantasía y que tampoco tuvo temor a tanta amenaza y promesa para no ser cumplida.

Qué hermosa lección!, como para que se agregara al currículo que socializa el carácter y la conducta de nuestros jóvenes, para que sigan el ejemplo. Pero eso es como estar soñando, porque al sistema no le interesan dichas lecciones y se prefiere, mantener a la gente, de espaldas a su propia realidad, lo que es peor, de espaldas a lo que es verdaderamente de su interés. Es más cómodo seguir hablando de un Juan Santamaría muerto, no de un pueblo al que no alcanzó el filibustero. Porque de que los hay, los hay. Y por montones, véales la cara, cuando defienden lo indefendible y su estrategia es dividir pueblos y torcer brazos con el poder en la mano.

¡Valiente pueblo! que tu ejemplo lo sigan otros, avasallados por los mismos que aquí menciono. Algún día valdrá tu testimonio.

No hay comentarios: